Qué malo es estar mala

Estoy con una galipandria enorme. Cuando volvía del curso el sábado noche, se lo decía a Pili, que la estaba enganchando.
Y ayer, plof, hecha polvo. Mi hija empezó el sábado por la mañana, y supongo que me la ha contagiado.
Ayer salimos un rato, para respirar aire puro, ventilar el piso lleno de gérmenes y caminar algo. Como estaba todo abierto, le compré a mi hija un abrigo en Zara (se ha cargado la cremallera de los dos que tenía para este invierno) y un jersey de cuello alto blanco. Luego me acerqué a The Body Shop a comprar un set de velas de fragancias navideñas, con olor a ámbar, vainilla y ciruela, para regalárselo en Nochebuena a mi tía, que viene a cenar a casa.
Al final le regalaré a mi prima el colorete y la sombra de edición limitada que compré en Bourjois.
Y como he sido muy buena este año y mi marido ha cobrado un pagaré grandote, por el que llevo padeciendo desde septiembre... me voy a dar un homenaje y los Reyes Magos me van a traer varias cositas bonitas.
De hecho, voy a ir a Gotic y voy a arrasar.
Y a mi marido todavía no sé qué comprarle.