A la que llega el verano las rutinas se van a pique. Empieza la jornada intensiva en los colegios que olé para las profesoras, pero a las madres trabajadoras nos parte por la mitad. Suerte tengo de mi madre que la recoge después del comedor pero no deja de ser un trastorno.

Luego están las fiestas de cumpleaños. El cole acaba a las 14h, a las 15.30h si la dejas a comer, y te montan un cumple a las 17.30h un viernes, que es cuando mi madre precisamente trabaja por la tarde y no la puede llevar. Busca quien la quiera llevar por ti (hermano, otra mamá del cole), pide favores, que luego la lleven a casa, ay, no, que a las 7 de la tarde yo todavía no he llegado... y el costillo en Castellón.

Por cierto, me acaba de llamar, que se le ha infectado la herida (el miércoles le extrajeron un quiste de grasa de la zona de la nuca) y que vuelve para Barcelona. Mira, así puede llevar a la niña a la fiesta. :D Me río por no llorar.

El verano me estresa, ¿no os lo había dicho?

Hoy no he tenido ánimo para currarme el dibujito del bento, me ha salido una Kitty muy sosa. Lleva un bocadillo majo de lomo ibérico (porque almuerzan más tarde en el comedor), fresas y cerezas. La notita se debe a que ayer me perdió una fiambrera, se la dejó en la clase de ballet. Ya le he dicho que haga todo lo posible por recuperarla.

He releido por enésima vez el libro Simplifique su vida de Elaine St. James. A ver si me aplico algunas cosas como decir "No, gracias" a compromisos sociales que no me apetecen.